Friday, November 26, 2010
BOMH
Estábamos sentados en el precipicio. Tomaste mi mano y me dijiste que siempre esperaste estar con alguien en ese lugar que conociste meses atrás. El sonido del mar nos arrullaba y los pájaros volaban en el cielo. Te pregunté si creías en los duendes, y me respondiste que había uno en mi oreja. No pude creer lo afortunada que era al tenerte ahi, en un silencio tan cómodo que hasta daba pena. Mis piernas volaban en el aire; tuve miedo pero sabía que estabas ahi por si caía. El frío entumeció mis mejillas, pero estabas ahí para besarlas. Mis manos estaban heladas, pero mi alma estaba tibia, como una chimenea en una pequeña casa. No quiero que te vayas. No quiero dejarte ir. No quiero que vueles como el ave que pasó sobre nuestra cabeza ese día. Te levantaste con cuidado, y tomaste mi mano para darme apoyo. Cuando estuve de pie frente a ti me diste un beso que pareció rapidísimo en un instante que en realidad fue eterno. Te sonreí y te pedí que si podía tomarte una foto, y me dijiste que sí. Así plasmé ese día, esa vida. Esa vida tuya y mía.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
0 comments:
Post a Comment