Lo raro es que me levanté, vi mi ventana (con gotas de la lluvia que cayó en el transcurso de la madrugada, gris...pero a la vez tan llena de color) y en lo único que pude pensar fue en ti. Como todas las mañanas, desde hace varias semanas. Nunca he tenido una rutina en sí, porque soy algo desordenada y ordenada a la vez. ¿Te haz fijado alguna vez en el metro? Tiene una cabina atrás y otra adelante, se ve un tanto bizarro porque no sabes en qué dirección va realmente. El punto es que ya nada es igual. La mañana dejó de ser aburrida y monótona. Pasó a ser algo más, cálido...bonito. Después de tantas cosas, de tantas noches queriendo dormir por que ya no podía más; llegó la calma. Esa calma que casi se puede escuchar: suave, melódica. Dentro de mis días ya hay un elemento más que compone tanto. Rompimos la barrera del tiempo, de verdad que ya no se siente! No es tanto así como que nos enamoramos de nosotros mismos, más bien encontramos entre tanta gente un común que nos hace sentir en casa, con un abrazo o una mirada. Bastante difícil de encontrar en estos tiempos de caos. Pretendo encontrar en tí lo que aún no descubro en mí. Quiero cuidarte como si fueras una extremidad más de mi cuerpo. Quiero abrir tu mente y sacar todo lo que no te gusta y poner cosas que te hagan sentir seguro y feliz. Pero sobre todas las cosas, quiero tranquilidad y felicidad. Don't you ever let me go.